jueves, 21 de mayo de 2009

Perdición


Me postro a tus pies, siento fluir mi vida como si fuese mi todo. Te miro a los ojos y no te encuentro, no estas. Te siento y te pierdo, te simulo y me protejo de la lluvia. No entiendo. No siento, me pierdo una y otra vez. Estoy aquí y no y sí. Si estas aquí, mírame, si te pierdo, siénteme, si me quieres, ámame, si me dejas, libérame. Déjame ser un poco más del todo que vuela sobre mi cabeza. Siente la piel que reside bajo la alfombra. Este no es más que un momento de extrañeza infinita ante lo inevitable, ante un refresco que no termina de abrirse, ante una guitarra que nunca será rasgada con ganas porque, una vez que todo se termina, hay un final y un comienzo y un final y un comienzo y me pierdo. Libérame… dame un par de alas sobre la cabeza y deja que me postre a tus pies…

Minutero


Un día despiertas con la sensación de que lo que hiciste ayer, aunque estuvo totalmente mal, ya no importa porque ahora está en el pasado, ya es historia. Sin embargo, hay cosas que uno no puede olvidar, que no puede dejar pasar. Esas son las que marcan nuestras vidas.
Un día, te encuentras viviendo la vida que no pensaste vivir jamás. Te encuentras viviendo con una familia que te adora, con tu esposa que te quiere, con unos hijos preciosos y hasta con un perro que siempre está dispuesto a mover su cola cada vez que te ve llegar por las tardes. Pero, eso no es todo. En realidad, no es más que el comienzo de todo.
Un día, dijiste que serías mejor hombre de lo que eras en aquel entonces, que ya es mucho decir porque solo eras un niño de 12 años. Ahora, cuando las canas ya poblan parte de tu cabello, recuerdas todas las cosas que te llevaron a ser el hombre que eres hoy y solo puedes concluir que esta vida que tienes es mejor de lo que jamás pensaste.
Un día, pensaste en todo lo que sufrió tu familia y dijiste que no deseabas eso para tu futurible e hipotéticos esposa e hijos. Era lo mínimo que podías desear. Además, sólo se trataba de un niño de 12 años, sólo un niño ingenuo, uno que no sabia nada de la vida pero que, con el tiempo, llego a entender que ésta llega a ser a veces tan difícil como aleccionadora.
Un día, te encontraste con una esposa adorable, una que vivía por ti, que moría por ti. Una persona que sería capaz de todo por tí. Una persona que siempre llevas en el corazón. Una mujer que siempre supo complacerte en todo lo que deseaste. Una que supo cuidarte cuando enfermabas y no podías seguir adelante. Una mujer que siempre tuvo una palabra de apoyo lista para darte.
Un día, ya no estas a su lado. Ya no los ves correr por la playa cuando iban a pasear. Tampoco los veras luchar por el control remoto cada fín de semana. No, eso ya termino. Tú ahora tienes muchas canas, muchas arrugas. Tantas cosas que no se pueden ocultar
Un día, te encuentras con todos alrededor, unidos en tí. Un día, sólo un día y ya no estas. Un día para llegar y uno para irte. Despacio, todos vamos despacio pero, siempre seguro. Y, así, llegas hasta donde vivo y te recibo con mis largos brazos abiertos. La vida es lo que deseas que sea y no eres más que un reflejo de eso.
Una noche…

Libertad


Un día, al ir caminando por la calle, conseguí una piedra. Lo interesante de ésta, como te dije, es que me resultaba muy negra. Tenía un fulgor que la hacia parecer una estrella o, al menos, a mí me parecía algo fuera de lo normal. Su forma era redondeada, como una bola de plastilina moldeada por un niño de cole. Y, ese brillo, definitivamente, era algo fuera de lo normal. Parecía pulida por alguien muy cuidadoso ya que su forma redonda me parecía perfecta, un poco ovalada pero, perfecta en sí misma.
No me pude resistir al encanto que tenía esa piedra, así que, y a pesar de la prisa que tenia por llegar a la universidad, me senté en medio de la calle a observarla. Te podrás imaginar, yo, sentado en el piso de la calle y observando a una simple piedra pero, lo que la gente no sabía, es que ésta no era una piedra cualquiera: a mí me parecía espacial.
Tenía mucho miedo de tocarla ya que su brillo me podría hacer daño. Uno nunca sabe, las cosas del espacio siempre son muy extrañas. Sí, ya se, debí parecer un loco en medio de la calle pero, si tú la hubieses visto, también la habrías admirado, como yo. O, quizás no…
Después de haber estado sentado durante aproximadamente 5 minutos en el piso de la calle, se me acerco un niño que caminaba guiado de la mano por su madre. Imagine que seria uno de los niños que terminaron su día de clases en el colegio cercano a la estación del tren por la hora que era. La señora no parecía entender el por qué su hijo pedía insistentemente acercarse a este pobre muchacho que estaba sufriendo de un ataque de locura repentina que lo llevo a sentarse en medio de la calle sin razón aparente. Pero, tanto pedía el niño eso que, al final, accedió.
El niño parecía asombrado, al igual que yo, por la maravillosa piedra que yacía en el suelo como cualquier otra piedra. Sólo que esta no era cualquier piedra. Ambos estuvimos sentados un rato, admirando una piedra. Te parecerá algo absurdo pero, es que no sé, esta piedra parecía llena de vida. Su resplandor nos llamaba, nos atraía de una manera hipnotizante. Y, lo peor, parecíamos un par de locos en la calle.
La gente ya empezaba a agolparse alrededor del par de lunáticos que estaban sentados en la calle cuando, de repente, el niño reacciono para tocar mi hombro y decirme que le gustaba esa piedra y su luz tan brillante. Yo le pregunte si podía verla y él sólo asintió con su cabecita. Me preguntó también si había llegado su dueña para reclamarla. Confundido yo, le dije que no, que no sabia que ella vendría y que tampoco sabía a quién pertenecía. Es extraño, sabes, porque en verdad, no lo sabía. Simplemente, me encontraba junto a un niño, ambos sentados en el piso, admirando a una piedra y rodeados de gente que se preguntaba sobre aquello que estaríamos viendo.
Lentamente, el niño se levanto, se inclino hacia mí y me susurro al oído: cuida de ella, no la pierdas nunca porque cuando lo hagas, te perderás en tí mismo. Cuando escuche esto, levante la vista para ver sus ojos pero, ya no estaba, no había gente, no había nadie en la calle, no había calle, no había nada. Sólo estaba mi cama, mi mujer dormida, la mesita de noche con mi libro de Cortazar que llevo leyendo desde hace algunas noches y mi sudor… y mi sudor…

Tiempo, sabio destructor


Cuéntame historias que hablen de ti, de tus frustraciones, de lo sola que te sientes. Cuéntame cosas que nunca antes me hayas relatado. Arena, sol, mar… Uno es lo que siente, uno es lo que siente…
Una de las cosas que más recuerdo de la clase de lengua española en el segundo año de mi carrera es que tuve que leer esa novela de Ana Teresa Torres, El exilio del tiempo. Recuerdo que, al final, la protagonista, después de muchas cosas que pasan a lo largo de muchos años, comenta que le entrego al tiempo sus recuerdos más preciados, esos que traía consigo incluso antes de haber nacido y que él se encargó de maltratarlos con sus manos de dedos alargados, con sus uñas, con su actitud destructora y, al final, sólo le devolvió retazos de lo que le había entregado. Vaya, esa es una de las pocas novelas venezolanas que puedo comentar que me ha encantado. Quizás, por el género al que pertenece: la novela histórica. Quizás, porque pensé en aquel entonces, y aún lo mantengo: uno hace eso, cada persona le entrega al tiempo tantos y tantos recuerdos llenos de sentimientos y él es alguien que no sabe cuidar de ellos; no porque no sepa realmente como hacerlo, sino que, no está en él hacerlo. Él sólo se dedica a destrozar, a hacer añicos las cosas que uno le confía. Al menos, esa es su característica más conocida.
Pero, una cosa es lo que hace el tiempo cuando se le entrega un recuerdo, otra, lo que hace con cosas que se tienen hoy en día. Me he dado cuenta de que él actúa de maneras extrañas, al igual que Dios. Por una parte, puede ser despiadado, nada generoso; por otra, puede ser muy bueno y ayudar, en algunos casos.
El tiempo sabe cómo llegar a tornar diferentes las cosas, sabe cómo hacer que amigos dejen de hablarse, sabe cómo hacer que familias se separen, sabe cómo hacer que novios terminen. El tiempo sabe cómo destrozar las cosas, cómo cambiar todo para mal pero, hay que reconocerlo, también sabe curar, sabe rehacer las cosas. Sólo él sabe cambiar las cosas, para bien o para mal. A veces, uno tiene que dejar las cosas en sus manos.
Cuando el tiempo se junta con la distancia, a veces, las cosas salen aún peor. En ocasiones, las cosas llegan a un punto que nadie esperó nunca, uno no deseado, uno que resulta difícil para todos. Saber darse cuenta de eso es complicado, difícil.
A veces, las emociones sobrepasan todo lo esperado. Quisiera que las cosas hubiesen sido totalmente diferentes, quisiera que todo hubiese salido mejor de lo que resulto. Pero, a veces, no se puede tener lo que uno desea, tal y como uno lo quiere. Aún así, confío en el amigo Tiempo, confío en él, confío en esa capacidad de arreglar lo que esta mal y, en ocasiones, de destrozar todo con sus garras y devolver sólo retazos de recuerdos y cosas buenas del pasado.
Dios sabe cuando la gente hace las cosas de corazón, Dios sabe cuando la gente desea que todo salga bien. En este caso, sé que Dios sabe que el tiempo es un buen aliado ante el dolor. Espero que las cosas salgan bien...

Más que tres centavos


Fui creado a su imagen y semejanza. Sé que te parece malo que sea así pero, al fin y al cabo, ¿no hemos sido creados todos de la misma manera? No estas de acuerdo con mi forma de ser, con lo directo que soy al empezar a expresar mis ideas pero, no es mi culpa, sólo ha sido mi creador.
Hoy te muestro una nueva visión de las cosas que tienen que ver conmigo. Una nueva página se escribe en mi alma y no queda más que recibirlo con pasión infinita, con dulzura inagotable, con el mismo entusiasmo que inspira una bella creación al momento de ser ideada.
He vivido desde que el hombre tiene conciencia, desde que buscó expandir sus horizontes. Y, ¿tú te atreves a cuestionar mi forma de ser? Todo esto no es más que mi creador hablando a través de mi voz, de mí ser. No soy alguien ordinario, sólo soy una lagrima que baja por tu mejilla y un viajero guiado por una brújula que apunta siempre al norte. A tu norte…
Dime qué puedo hacer cuando me siento a ver al tiempo pasar. Dime qué hacer cuando veo que el creador arrasa con tu belleza, la destruye y la lleva al mar. Dime qué hacer cuando el blanco de la nieve cubre la tierra en un invierno que parece interminable. Dime que hacer…
La anarquía de la soledad; ella llega para quedarse y, ¿quien puede contradecirle? Veo como se arrastra por el suelo, como repta por las paredes cuál alimaña despiadada y llega hasta mí ser. Veo como sus garras me abrazan, como se prenden a mí, como me llevan hasta una existencia llena de vacío, de nada y nada. Veo al pasado como quien mira al presente o como quien lo hace hacia el futuro y, para mi, ya todo es igual. Nada es lo que era, nada lo será.
Ahora me criticas por ser quien soy, por haber sido tan deliciosamente diseñado por mi creador. Me criticas por no tener introducción en mis ideas, me condenas por terminar de explicar todo con estructuras escuetas. Pero, dime, ¿la vida no es una gran paradoja?, ¿acaso la vida no esta llena de formas escuetas y simples? A veces, siento que no ves las cosas de la misma forma que yo. La verdad, tampoco lo deseo así. Yo sólo he sido creado para decirte un mensaje, unas cuantas ideas. Mis formas responden al mensaje y, al mismo tiempo, yo soy el mensaje y el creador. No soy más que un reflejo de su inspiración, de su pasión, de esa llama que abrasa su interior.
Consumido estoy por la melancolía y en mí la soledad vive. Melancolía y soledad, eternas rivales que luchan por trozos de mi alma, por pedazos más y más grandes de esta simple creación que batalla por no ser destrozada y olvidada. Me consumes y me olvidas, así es la vida de alguien como yo. Un día me observas a lo lejos y ves tantas virtudes en mí que no puedes evitar acercarte más y, al estar frente a mi faz, no puedes evitar sentir asco y repulsión. Vaya, que ironía esconde la vida en su esencia.
Hoy, no me queda más que esperar en un simple estante, viendo al tiempo pasar frente a mí, a la gente entrar a este almacén de recuerdos, de ideas, de sueños perdidos. Sólo me queda reposar en un viejo estante esperando la llegada de algún comprador que tenga a bien considerar que mis ideas, las de mi creador, que mi forma, mi figura, mi contenido, mi alma aún valen algo más que tres centavos. Me niego a valer sólo tres centavos.

A veces


A veces, pasa. Se escucha el zumbido y golpea de repente. Te siento a mi lado y, luego, el golpe me llena de sangre que sale disparada de tu pecho.
No entiendo a veces por qué pasa eso, no lo entiendo. Las cosas son, ¿cómo se dice?... inesperadas. Te aseguro, no lo vi venir. Es una de esas cosas que no se esperan. ¿Quién iba a decir que eso pasaría justo cuando tenía la certitud de tu calor, de tu pasión?
Ahora estas en el suelo y la vida escapa de ti a través de un agujero muy pequeño. Veo tus ojos y sólo encuentro desesperación. Tú tampoco lo esperabas, ¿verdad? No entendemos como pasa a veces. Somos dos y, ahora que te vas, tomare solo el café por la mañana. Justo cuando tenía la certitud de tu calor…
Ya puedo ver tu piel blanca aún más pálida por el susto, por el miedo, por la desesperación. Dime, ¿qué puedo hacer para que estés mejor? ¿Quieres que tome tu mano mientras mueres, mientras tu vida se apaga en esas lágrimas, en ese grito de color vinotinto que empapa mis manos? ¿Quieres eso? ¿Quieres que te vea morir? Bien, así lo haré, mi amor…
No llores, no grites… nadie te va a oír y, si eso ocurriese, sólo acelerarías tu muerte. En cambio, dime, querida mía, ¿Qué has pensado sobre tu vida? ¿Te pasa frente a los ojos cómo muchos dicen que ocurre? Sé sincera, dime que ves una luz y que ahí esta tu gato y tu abuela y aquella hija que nació muerta. Anda, háblame de la vida justo cuando estas a un paso de la muerte.
Permíteme cerrar tus ojos. Ya sabes, a veces pasa eso. Nunca sabes cómo llega pero, siempre llega. ¿Qué? ¿Qué no lo viste venir? No hables más, ya sé que fue así. A veces, las cosas no se esperan pero pasan, mi cielo. No me veas como un villano, no me lances esa mirada. Sabes que a veces eso pasa, que a veces las cosas no son como piensas o las imaginas. Yo no he tratado de dañarte. Siempre he querido que seas feliz.
Necesitabas pasión, te la dí. Necesitabas vida, también te la dí. ¿Necesitabas algo más?
Ah, te hacia falta la gran a. Bueno, lo siento. Eso es imposible para mí que sólo he venido a buscarte.
Vamos, comparte un poco conmigo, no seas arisca. Sabes que siempre serás mi gran amor. Te quiero, ¿sabes?
A veces, las cosas no salen como te lo esperas y, a veces, no lo ves llegar. Aún así, eso siempre llega. Siempre… Sobra decir que las cosas de la vida son un poco extrañas cuando sólo las observas como yo. La gente suele preocuparse demasiado por pequeñeces y no disfrutan el día a día que tienen en sus manos. Se preocupan por perseguir estrellas en el cielo o sueños cada noche en sus camas. A veces, es necesario recoger del suelo aquellas cosas que arrojamos con desden. Hay días en que las historias, las vidas, deben ser infinitas. Yo, que no tengo como limar mis asperezas, sólo tengo que dejarte morir en el suelo con esa pequeña ventana a un mundo de sueños y de estrellas y de fantasía. Espero que ese mundo sea para tí, que guarde esperanzas en tus manos y que aguarde a tu regreso cada noche.
Hay días en los que las cosas pasan sin querer y, una vez más, la oscuridad vuelve a mí. Siento cómo me cubre como una capa y siento que puedo volar hasta tocar al Erebo con mis uñas. Quiero rasgar su piel, quiero herirte, quiero lamerte, quiero robarte, quiero llevarte a mi lado hasta la Toscana y más allá. Quiero violarte de la manera más violenta que encuentre mi podrida alma. Y, por sobre todas las cosas, quiero dejarte libre para que vuelvas a mí. Porque, sabes, a veces las cosas pasan sin saber por qué y ésto no tiene razón de ser.
Ahora, duermes con tu cabellera oscura mordiendo el piso. Eso necesita el Erebo, una más que muerda el piso…

Y la noche llegó demasiado pronto para tí


Y, la noche llego demasiado pronto. La gente marcha por sus vidas de manera indistinta, indiferente. Sin prestar atención a aquellas cosas que muchas veces son importantes; a veces, las más importantes. Caminamos viendo al frente, a lo que se nos avecina, vivimos imaginando lo que haremos al día siguiente, la semana siguiente, el año siguiente. ¿Realmente estaremos aquí para hacer todas esas cosas? Resulta muy difícil afirmar que así será.
Sin embargo, la vida nos ofrece escasos momentos plenos de oportunidades, de eso que podemos llamar “libre albedrío”, en los que podemos decidir qué hacer y cuándo hacerlo. Bueno, el cuándo es un poco más limitado en este sentido porque, en ocasiones, parece que el tiempo está siendo contado por alguien que nos lo ha alquilado. Así, nos queda aprovecharlo al máximo.
Entonces, caigo en una pregunta importante: ¿Cómo se puede aprovechar el tiempo? Bien, ésta es una cuestión muy complicada. El tiempo no es algo sencillo de manejar. Empecemos por considerarlo como algo no manejable. No es plastilina que puede ser moldeada a gusto y placer. Tampoco es algún tipo de dinero que puede ser llevado en el bolsillo y con el que pueden adquirirse algunas cosas necesarias (y en mi caso, con gran frecuencia, otras que no). El tiempo es algo incontable, algo a lo que le hemos puesto una medida en la frente para tratar de calmarnos ante su condición indomable. Le creamos un nombre y le dimos forma al tratar de domarlo. Pero, ¿cómo domar algo que no puedes ver? ¿Cómo controlar algo que no puedes ni siquiera tocar?
Otra cosa a considerar sobre él es que no se puede desaprovechar. Esto, entonces, tiende a contradecir lo que acabo de mencionar sobre que su carácter incontable. Así, ¿Cómo se puede desaprovechar algo que no se tiene? Difícil cuestión. Aún así, hay que hacerlo. Ante estas dudas, caigo un poco en cuenta acerca del problema en el que me meto al tratar de analizar la lucha del hombre y el tiempo. Es muy difícil llegar a decir cómo alguien puede domar a este último. Aún así, hay que hacerlo.
Entonces, hay que pensar un poco mejor en cómo afrontar al tiempo y a su eterno e indetenible avanzar. Bien, unos dicen que lo mejor que se puede hacer es vivir el día a día como si fuese el último. Esto es muy plausible y aceptable como forma de ver la vida en constante y eterna lucha con el tiempo. O, como si una no pudiese vencer a la otra. O, como si la otra no pudiese ser vencida. Así, al seguir este tipo de consideración, la vida pasa a ser un ejercicio de extraña y extrema conciencia sobre los aspectos inherentes a ella. Tomar un vaso de agua, cepillarse los dientes, lavar la ropa, pelar una papa; todo, todo se volvería muy concientizado. Sería incesable el trabajo de racionalización en el que todo lo que hacemos o haremos o hicimos tomase tanta importancia y valor que no podríamos dejarlo pasar por alto. Y, a veces la vida trata sobre eso: dejar pasar las cosas.
No es necesario recordar todo. Caeríamos en una situación Proustsiana en la que hasta el simple hecho de tomarse un café adquiriría magnitudes y extensiones de tiempo exorbitadas. En este caso, he mencionado algo muy interesante: la longitud del tiempo puede ser manejada a nuestro antojo. Valorizar en exceso las cosas, más allá de otorgarnos esa calma que debería venir con el control que nos gusta tener sobre las cosas, nos encadena de manera irremediable a vivir a merced de nuestras vivencias y recuerdos. ¿Hace falta recordar como sabía el 123avo café que te tomaste en tu vida? Sinceramente, sospecho que no.
Entonces, en este caso, haría falta pensar en qué valdría la pena ser recordado. Cumpleaños, bautizos, aniversarios, momentos íntimos o llenos de gran carga emotiva, eso valdría la pena recordar.
Cabe destacar en este momento el caso de un hombre que apareció en un programa científico que alguna vez ví (para referencias bibliográficas, bien valdría la pena recordar el nombre del programa o para verificar si la información que aporto es veraz pero, sinceramente, tomé lo mas importante de ese programa y eliminé aquello que no lo era) que, según se afirmaba en el, tenia una capacidad de memoria sumamente desarrollada. Así, el hombre en cuestión podía recordar absolutamente todo lo que había ocurrido en su vida desde los 5 años hasta su edad actual (que al momento del programa, rondaba los 40). Al momento de una entrevista que se le hacia, el hombre comentó que se sentía tremendamente mal debido a que no podía dejar de pensar en cosas del pasado, en que todo le venia a la mente de manera clara y precisa y que esto le provocada terribles dolores de cabeza. En este caso, los médicos tratantes afirmaban que el hombre poseía una condición muy especial que hacia que no olvidase nada, pero que esto conllevaba el hecho de utilizar gran parte de su cerebro para almacenar tal cantidad de información. Efectivamente, el no olvidar duele (claro, no me referiría tanto a un caso como este).
De cualquier forma, es necesario pensar en cuán importantes son las cosas que nos pasan día a día para elegir cuales recordar y cuales no. Difícil cuestión: no siempre el hombre elige que puede recordar (o, al menos, no en teoría). Podemos elegir recordar fechas especiales para nosotros porque llevan una carga sentimental en ellas. Así, los aniversarios de bodas, por ejemplo, toman gran importancia en este caso. Pero, cabe preguntarse, ¿cuán importante es para nosotros recordar una fecha dolorosa o algún día en el que nos haya ocurrido un hecho desagradable? De igual manera, sólo habría que recordar aquellos eventos que estén relacionados con grandes cargas emocionales.
En estos momentos, cualquier intento de racionalización de la vida y del tiempo resulta extremadamente complicado. Pero, cuando llega el día en el que alguien se va, la noche llega demasiado pronto. Al menos, a mi me lo parece. Es difícil decir como ha de ser vivida esta vida, es difícil llegar a racionalizarla de tal manera que puedan encontrarse soluciones y respuestas. Creo que la vida esta llena de una falta de estas ultimas. Resulta difícil entender por qué la noche llega antes en algunos días y por qué la gente ya no esta. Es muy complicado. Si bien la memoria a veces nos permite recordar cada pequeño momento de nuestras vidas, en ocasiones es mejor olvidar algunas cosas, es mejor dejarlas ir y no guardarlas más. Algunas, porque simplemente no valen la pena; otras, porque nos recuerdan algún dolor que tuvimos. De una u otra forma, sólo queda recordar los buenos momentos que se viven, lo que se tienen y significan e implican cosas valiosas de verdad. Creo, sinceramente, que de eso se trata. Al fin y al cabo, la vida solo es un compendio de momentos buenos y malos, sólo hace falta elegir cuales son más importantes para nosotros y dejarnos llevar por ellos…
Y, aquellos para los que llega la noche demasiado pronto, que nunca se aparten de nosotros…

La lluvia


Resulta difícil empezar a escribir sobre cosas que ocurren a uno sin caer un poco en esa pedantería involuntaria que caracteriza a los seres humanos a veces. En este caso, es necesario caer un poco en ella para comentar un poco un caso de felicidad.
Cosas han ocurrido, cosas han pasado. Las cosas han ido avanzando poco a poco (a paso de verdaderos vencedores y no como cualquier tipejo vestido de rojo suele comentar por ahí). Ahora llueve (punto a favor de Richard). Hacía tiempo que no llovía y lo extrañaba. La lluvia ha llegado a mi vida. Ella se refleja en cada una de las cosas que hago día a día. Vivo por ella. Sinceramente, la extrañaba mucho. Extrañaba esa sensación de seguridad que me daba el estar en medio de ella, el caminar entre gotas de lluvia y sentir que no estaba solo porque ella me rodeaba. Extrañaba eso y por fin esta de vuelta.
Aunque, he de reconocer que esta vez es diferente. Durante mucho tiempo sentí la lluvia en mi cara y no era precisamente la que yo deseaba. Era más fría en aquel entonces, mucho más de lo que me podía gustar. Ahora es muy diferente. Aunque es la misma lluvia, aunque cae desde el mismo cielo, aunque lo hace en la misma forma, no es la misma sensación. No es la misma lluvia. Algo ha cambiado en ella. Muchas cosas han cambiado con ella
Ya no hay soledad, ya no hay resignación, ya no hay apatía, ya no hay indiferencia. Ahora solo hay esperanza, ganas de vivir muchas cosas nuevas y eso es gracias a la lluvia… a esta nueva lluvia.
Desde hace algún tiempo ya, unos 8 meses, la lluvia se ha apoderado de mi alma, ha sabido llevarse lejos todo el sucio que había en mi alma, todos los desperdicios que, regados por el suelo, sólo sabían recordarme que no podría vivir nada nuevo o mejor. Ahora, la lluvia vive en mí, habita en mi alma y llego para ayudar a germinar cosas nuevas en mi vida.
No sé hasta que punto he hecho algo bueno para ella. No sé si he hecho algo por ella. ¿Qué tanto puede hacer alguien por la lluvia? No puedo llover sobre ella y llenar su vida de paz como ella lo hace conmigo en todo momento. Sólo quisiera hacerle saber que es muy importante para mí; que desde que ha vuelto a mi, soy mejor. O, al menos, deseo serlo.
A veces un hombre solo no tiene la capacidad de decir las cosas de frente y, unicamente puede lograrlo a través de algo escrito como ésto. ¿Llegara la lluvia algún día a entender todo esto?
Qué manera tan extraña de volver a sentir, de volver a la vida… ah y qué fascinante. Sin duda alguna, qué fascinante. De inmediato, extraño uno de tus besos, dulce lluvia. Ven…

Al principio y al final


Al principio, nadie lo esperaba. Y, así debía terminar. Las cosas no pueden durar más allá del tiempo que tienen destinado hacerlo y los sueños no son una excepción. Si, los sueños son un campo que sólo tiene dos salidas: una, vivir en un sueño, o, dos, despertar y morir en ello. A mi, me tocó esto ultimo. Te adoro…
Al principio, nadie lo esperaba. Y, es que siempre llega el amanecer y, con él, el fin de las cosas que no tienen final. Con el amanecer, llegan todos los sueños a un fin que sabían tenían destinado, un final muy esperado. Amargamente esperado. Nunca ansiado.
Al principio, nadie lo esperaba. Así, llego el final y no queda más que volver los ojos a lo que ha pasado y cuestionar los huecos, las ausencias de algún instante. Se trata de eso el final, ¿no? Tal vez. Te quiero…
Debo admitir que me tomó por sorpresa, uno nunca espera que amanezca de golpe y que todo termine por terminar. Sin embargo, los finales terminan por empezar y, así, los amaneceres por llegar. Y, los sueños. Los sueños. Ellos sólo deben alzar sus ojos al cielo y suspirar porque de ello están hechos, de cielo y vida, de esperanza y alegría, de calidez y ternura. Todo eso lo hallé en ti. Te deseo…
Al final, sólo queda eso. Entonces, ¿es esto un principio o un final? Por supuesto, lo es, es muy claro. Esto es un final, uno amargamente inesperado, uno lleno de bucles de cielo y de gatos ronroneantes. Este es un final de los que no se esperan pero, siempre, un final. Te anhelo…
Al final, sólo queda eso. Que extraño pensar que contigo llegaron tantas experiencias nuevas a una vida llena de un vacío de todas ellas; que extraño resulta pensar que contigo la vida se transformo en un sueño divino y que, contigo, también llegó un amanecer y un final para todo este sueño. Que extraño resulta pensar eso. Pero, los sueños, al final, siempre quedan en uno mismo, siempre se mantienen en nuestros corazones y sólo quedan alegrías. Un final no es más que eso: un sueño hecho de nubes y cielo y gatos y demás… y demás. Te extraño…
Al final, sólo queda eso, la sensación de un sueño vivido que termino con un amanecer. Con esa aura de dulzura, con una alegría triste, con una mirada sin fijar, con tu cabello siempre sobre mi, con tus mordidas (siempre tus mordidas), todo termina por terminar. Que extraño pensar en como las cosas llegan a acabar y todo empieza con un amanecer… todo lo que supe encontrar en ti. Te amo…


A N...

domingo, 12 de abril de 2009

Y el exorcismo terminó...


Y el exorcismo se llevo a cabo. Si, este llego a su fin en el momento en que supe de ti. Y es que todas las cosas son relativas. Por algo Einstein dedico tantos esfuerzos y tanto de su tiempo para desarrollar una teoría que llegase a explicar situaciones dentro del campo físico. No sé si al mismo tiempo se dio cuenta de la utilidad de esta misma teoría dentro del campo de las relaciones interpersonales pero, bien que se puede aplicar. En fin, todo es relativo.
Hace un mes, quizás más, quizás menos, yo estaba deshecho moral, espiritual y sentimentalmente por alguien que, yo pensaba, se había alejado de mí por el simple hecho de no amarme. Había llegado a pensar muchas cosas: que yo no fui suficiente para ella, que nunca la complací en lo que ella deseaba a su lado como pareja, que me había usado, que yo era un perdedor y que mi suerte era un tipo de bailarina que se acercaba a mí y, un segundo después, se alejaba dejándome muchas dudas sobre que tan buena compañía soy. Llegue a pensar de todo.
Eso es normal, dirán algunos. Cuando uno ama, ese tipo de pensamientos es algo muy común. Hasta llegue a abrir este blog para desahogarme y escribir algunas cosas que me parecían interesantes. Pero, el ser humano a veces cae en depresiones, en sensaciones indeseadas y pronto terminé por darme cuenta de que no llegaba muy lejos al colocar mis desgracias personales en esta página. Eso lo pensé hasta hace unos días.
Y es que mi exorcismo se llevo a cabo de la manera más inverosímil. Casi se puede llegar a decir que se dio sin querer, sin pensar y sin darme cuenta de ello.
Y es que hace unos días la encontré de nuevo. Encontré su voz, su presencia, su luz. Era ella, sin lugar a dudas. Era la mujer más bella que he visto en toda mi vida. Pero, algo había cambiado. Ya no era la misma.
Por alguna razón, su humor estaba muy diferente, su voz no hablaba de amor, de paz, de aves, de Steve Mc Queen, de House, de flores, de Paris, de Colette, de los gatos, de la pasión. No, no hablaba sobre nada de eso.
Por alguna razón, su voz solo hablaba de rabia, solo expresaba eso, solo estaba llena de resentimiento, de una ira que, sinceramente, no me esperaba. Y es que yo pensaba que yo era el único que sufría en todo esto. En todo momento estuve pensando: “el que se va, no tiene razón para sufrir”. Me equivoque. Ella dio el primer paso, es cierto, ella me dijo que debíamos terminar. Yo di el segundo paso, me alejé ya que no podía soportar no estar a su lado, no verla conmigo, imaginarme una vida alejado del que considero un ser maravilloso. ¿Cómo no verme como un pelele al haber perdido a alguien así?
Y llegue a pensar que ella estaría muy bien, que estaría feliz, viviendo su vida, que estaría llena de alegrías y sueños y esperanzas y flores y Paris y aves y hámsteres y tucanes y estrellas y música. Y de amor. De un amor que yo no le estaría brindando porque, lo mas probable sería que, ella debía estar con alguien que la amaría. Me equivoque.
En su voz ya no hay felicidad, en su voz ya no hay paz. En su voz sólo hay rencor. Y lo entiendo, lo comprendo. ¿Cómo no odiarme? Aparezco en su vida de nuevo, después de mes y medio en el que estuve desaparecido y no le escribí o llame para saber como estaba. Sé que ella no lo hizo pero, como en un baile, ambos dimos ese paso: el alejamiento.
No hablaré de culpables, de por que llegamos a esto. No hablaré de por que la extrañé tanto, no hablaré de cómo sentía que cada día que pasaba era una tortura. No hablaré de cómo llore por dentro todos estos días por su ausencia. No hablaré de cómo extrañaba sus llamadas cerca de las 12 de la noche, de ese sisear que tiene tu voz, de lo dulce de su tono, de lo mucho que extrañé su mirada al sonreír. No hablaré de cómo sentía pasión en todo lo que hacía y cómo, de la manera más silenciosa que podía, la admiraba. No hablaré de eso o de muchas otras cosas.
Voy a hablar sobre cómo no me siento feliz al ver que ella se ha encerrado en si misma, en cómo me duele muchísimo ver que me detesta y que no desea saber de mí porque, para ella, soy alguien que solo la utilizó. Vaya, ahí esta un poco el lado irónico de todo esto porque yo pensaba lo mismo y también estuve encerrado en el odio que me generó el ver que ella estaba bien y ya no deseaba estar más a mi lado. Tal vez sea una adicción pero, sólo con saber de ella, sólo con escucharla, mi vida volvió a llenarse de alegría, de esperanzas. Aunque sólo fuese parcialmente.
Por lo pronto, si me lo preguntan, los objetivos han cambiado mucho. Siento que mi prioridad ahora está dividida entre demostrarle que no soy el patán que piensa que soy y, por otra parte, enseñarle un lado bueno, sacarle alguna sonrisa, hacer que su corazón vuelva a latir de pasión, no por mí, sino de alegría. Yo sé que ella no volverá a estar conmigo. Supongo que ese es mi destino, supongo que yo lo escribí al haberme alejado ese mes y medio. Pero, siento que por ahora lo que debo hacer es volver a demostrarle que no todo el mundo es como ella piensa. Qué sí, que el mundo es una porquería pero, aún así, merece una oportunidad.
Ella es una gran persona y sé que ahora no desea saber de nadie, que no desea saber de nada pero yo deseo ayudar, apoyarla, demostrarle que aunque estuve un mes y medio sin saber de ella y ella no supo de mi, nunca, ni un solo día, dejé de pensar en ella, de tenerla dentro de mi… porque, aunque me duela admitirlo ya que sé cuál es mi destino, aún la amo… la amo muchísimo…

¿Por qué?


En un principio, este blog iba a estar dedicado a generalidades, quizás cosas que tuviesen que ver con la actualidad y lo que pienso sobre algunas cosas que veo y de las que me entero. Creo que eso se mantendrá. Sin embargo, por un buen tiempo y por una buenas líneas, el tema central de todo esto será una persona y como tiene que lidiar con la idea de una perdida.
Resulta difícil tener que afrontar el que una persona ya no vaya a estar a nuestro lado. La perdida es algo totalmente irreparable y aquellos que están relacionados con la perdida terminan por no entender el por que de la situación. Suelo hacer una analogía entre la pareja que termina de la noche a la mañana y sin mas razón que la carencia de amor y la familia de un muchacho que termina por suicidarse. En ambos casos, nadie entiende realmente cuales fueron las razones para eso.
Por una parte, en el caso de la pareja, esta pasa meses llenos de alegrías, de momentos y, de repente, sin señales, terminan porque una de las partes “no siente amor”. ¿No es similar al hijo que se suicida y deja a todo el mundo con preguntas sin responder? Esto es algo que queda aun mas demostrado, si cabe, por el hecho de que el alejamiento después de ese rompimiento es total. Entonces, ¿todo eso que se vivió durante esos meses juntos, que fue todo eso? Tal vez, solo fue un poco de esa “nada” que llena a las relaciones de vez en cuando. Quizás fue un hoyo negro temporal que supo tragarse unos cuantos meses de mi vida.
Así, sólo vacío, sólo unos meses vacíos en los que nadie supo que paso, no quedan más que algunos rastros de momentos de dudosa credibilidad. También algunas fotos que certifican (no totalmente, ya se sabe lo que se puede hacer hoy en día con unos buenos programas de edición de fotos) que en algún momento había alguien a mi lado y que yo era alguien que se veía feliz. Un momento, ¿realmente soy yo? Magnolias para mi, vale la pena preguntarse eso.
Recuerdo esa tarde. Recuerdo como estaba perdido en medio de un centro comercial cualquiera, buscando a alguien que nunca había visto en persona, solo en fotos. Recuerdo que aun sin haberla visto directamente a los ojos, me había impactado por su forma tan directa al decir las cosas. Creo que yo necesitaba un poco mas de esa franqueza demostrada por ella al decir que no me amaba pero, un poco antes. Unos meses antes.

 

¿Qué lleva a alguien a querer desaparecer tan repentinamente de la vida de otras persona? ¿Cansancio? ¿Hastío? ¿Aburrimiento? ¿Sexo? Un sabio dijo por ahí que todo resume en el sexo, en la abundancia o carencia de este. Pudo haber sido esa la razón. Quizás, de ahí pueda sacar esas ganas que note en sus ojos por querer hacerlo la última vez que la vi. Quizás era lo que denominan “mercy fuck”. Aunque, en este caso cabria mejor el termino “farewell fuck”. Fue un muy buen “farewell fuck”.
De cualquier manera, creo que no me habría gustado una despedida tan dolorosa, tan parecida a la primera. Si, hubo una primera despedida. Extraño, ¿no? Cuando uno piensa que las cosas van bien, cuando uno piensa que esta de lo mejor, llega el día en que uno se encuentra con que las cosas que se pensaban correctas no eran mas que una simple ilusión. Por ejemplo, el haber visto tantas y tantas sonrisas, miradas de pasión, tantas caricias furtivas llenas de entrega, queda totalmente resumido en una simple nada. Creo que la misma nada a la que se refería tantas y tantas veces el viejo Ernest en sus escritos. Esa sensación de vacío, de que todo lo vivido es tan fútil, tan simple y fugaz. En un momento tienes a la novia más bella del mundo a tu lado y, un segundo después, ni siquiera tienes a una mujer a tu lado. De eso hablaban el y Unkle, ¿no?
Bueno, retomando un poco la base del escrito de hoy, ¿Qué lleva a una persona a terminar tan repentinamente con alguien? Mmm, eso es un poco complicado de responder. Empecemos por pensar que la persona no termina de la noche a la mañana con otra, pensemos que el terminar no es más que el resultado de noches y noches de pensar, de razonar en torno a este dilema. Entonces, una persona que esta sumida en eso termina por pensar: ¿termino o no termino? Y, es aquí cuando empieza a sopesar razones, de ambas partes, para tomar, de manera definitiva, una decisión.
Ahora, el ser humano es complejo, es cierto, pero, siempre da señales sobre las cosas que le pasan. Por ejemplo, si a alguien le desagrada la actitud de una persona cuando habla, tratara en lo posible de alejarse de esa persona o, al menos, de evitar entablar conversaciones con ella. Eso es algo lógico.
Lo que no es lógico es el no demostrar ninguna señal de desagrado, de molestia, de deseo de terminar con una relación y, de la noche a la mañana, hacerlo. Creo que solo noté una sola señal en ella. Al estar almorzando en el lugar que se había hecho nuestro (el restaurant de sushi frente al Lido), me comento que si en algún momento yo deseaba terminar con ella, que se lo podía comentar sin problemas y de manera abierta.
En el momento, no entendí muy bien el significado de toda es frase pero, tiempo después, ella adquirió todo su significado. De ahí que se piense que a veces las cosas no son lo que parecen y que un final no lo es tanto después de un tiempo. Claro, toda regla tiene su excepción y, después de más de un mes sin tener noticias de ella, ¿Por qué no pensar que esta es una de esas pequeñas excepciones con las que nadie contaba?
Bien, esta mas que claro que hay cosas con las que uno no cuenta y esta más que claro, también, que a veces la gente llega a ser tan inexpresiva que deja a cualquiera desconcertado con sus acciones. Supongo que lo que aun no termino de entender es la pregunta sencilla: ¿Por qué?
¿Vale la pena seguir preguntándose cosas así? Muchos dicen que no, que las cosas como esas hay que dejarlas pasar, que solo hay que seguir adelante. Tal vez tengan razón, pero, la pregunta queda como ese corazón delator: ¿Por qué? Y a ella se pueden adjuntar una serie de preguntas parecidas: ¿desde hace cuanto tiempo lo pensaba?, ¿fue por algo que hice o dije? O peor, ¿fue por algo que no hice? Algún día, espero, esas preguntas llegaran a tener una respuesta.
Por los momentos, solo cabe señalar que el desconcierto se une a la necesidad por encontrar una salida a todo esto que me embarga. Siento que la necesito, siento que me hace una falta tremenda y, cada día que pasa, siento que pierdo mas y mas de mi junto a su recuerdo. Ya ni entrar a sus blogs puedo, ya ni ver sus páginas. Todo se ha convertido en una gran nada…

Un final...


A veces, los finales no son únicamente finales. A veces, todo lo que viene marcado por un punto término, un punto final, no es solo eso. A veces, las cosas esconden mucho más allá de lo que la realidad nos indica y los finales no se escapan a esta casi regla.
A veces, las cosas resultan más sencillas de afrontar una vez que son vistas desde otro ángulo, desde otra perspectiva. Por eso, a veces, un final no significa un punto término; a veces, un final puede ser un comienzo.
Empezar a escribir en un blog a partir de esta premisa que no llega a serlo es o puede resultar un poco contradictorio para aquella persona que está poco enterada de todo el final que he mencionado. Seria un poco lo que denominan “falta de contexto” o “estar fuera de contexto”.
Sin embargo, en la vida, en gran cantidad de ocasiones, uno como individuo se encuentra sumido en una serie de contradicciones momentáneas que luego, con el paso del tiempo, terminan de tomar forma y de aclararse ante nuestros ojos. Por eso, aunque esto parezca un final para algo, para una historia, este no es más que un comienzo. Por eso, aunque todo esto de la creación de un blog es algo que estoy iniciando hoy, siento que debo iniciarlo con un final. Con el final de la historia que viví junto a la mujer que amo y a la que aún no puedo dejar de amar.
De esta forma, comienzo mi exorcismo…